Los robos de cables generan perjuicio directo a los usuarios porque se quedan sin servicio eléctrico en sus viviendas por minutos, horas o días.
La energía eléctrica de red es un servicio básico de cada hogar y su interrupción genera múltiples inconvenientes a las familias.
También moviliza a cuadrillas de operarios de las empresas que brindan servicio eléctrico en las comunidades con pérdida de equipamiento que es necesario reponer.
La Policía y la Justicia deben encargarse de prevenir este delito, perseguir, atrapar, procesar y condenar a quienes los cometen.
Pero el eslabón más delgado lo conforman los jóvenes que salen a cortar cables, para obtener el cobre y venderlo a algún reducidor.
Es una forma rápida de obtener dinero que, muchas veces, les permite llevar dinero a sus familias que vienen pasando penurias por falta de ingresos genuinos en los hogares.
El viernes en el segundo piso de la Fiscalía declaró un sujeto a quien habría que procesar y condenar penalmente por apoderarse de bienes ajenos y por la interrupción de servicios públicos.
Su relato conlleva una dura realidad que no se puede soslayar porque se trata de un gasista matriculado que también es albañil calificado.
Actualmente no está desarrollando su especialidad porque no surgen trabajos que requieran su oficio en obras en construcción o casas de familias.
Es una persona carente de antecedentes policiales hasta esta semana donde usó algunas de las herramientas laborales para desmantelar tendido de media tensión.
El miércoles el Juzgado de Garantías lo excarceló por carecer de antecedentes penales condenatorios y tampoco procesos penales en su contra.
Horas más tarde volvió a subir a un poste para desinstalar una instalación en busca de las líneas de distribución de energía que dentro de los cables llevan el filamento de cobre por el cual les pagan en efectivo con celeridad los reducidores de ese metal.
Su desesperación tampoco le dejó sopesar que por cometer el delito de robo de cables su hermano se encuentra internado en terapia intensiva con graves quemaduras.
La angustia por careces de servicio eléctrico y de gas en la residencia donde convive con su esposa y la hija de tres años lo llevó a tomar la pinza para cortar las líneas de media tensión.
La necesidad económica lo sucumbió en la delincuencia; donde nunca pensó que iba a estar ya que se había preparado para sostenerse con un trabajo calificado.
Las oportunidades laborales escasean y las posibilidades de procurarse dinero para comprar comida y sostener a las familias cada vez se le alejan más.
El delito para salir de esta situación apremiante se les presenta como una alternativa para salvarse y poder obtener recursos.
La desesperación de la familia por la detención del joven es total ya que no salen del asombro que haya caído preso y esté privado de la libertad el hombre que siempre ha querido lo mejor para la esposa, la hija y los familiares.
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