Julia Riera (21 años) vive un momento radiante, el mejor de su corta carrera profesional. La tenista pergaminense jugará por primera vez en el cuadro principal de un torneo de Grand Slam. Lo logró en Roland Garros, nada menos, al superar la espinosa clasificación (tres partidos). En la última ronda de la qualy, la Tora (como la apodan) venció a la filipina Alexandra Eala (160° del ranking WTA, campeona junior del US Open 2022) por 4-6, 7-6 (7-3) y 6-4, en dos horas y 37 minutos.
De esta manera, la Argentina tendrá a tres representantes en el cuadro principal femenino: Riera se suma a la rosarina Nadia Podoroska (59°) y a la deroense María Lourdes Carlé (83°), que ingresaron en forma directa en el Bois de Boulogne. Será la primera vez con tres raquetas albicelestes en el main draw individual de mujeres de un Grand Slam después de más de 16 años: desde el Abierto de Australia 2008, con Gisela Dulko, María Emilia Salerni y Clarisa Fernández.
Ni bien cerró su intenso partido frente a Eala, Riera se derrumbó sobre el polvo de ladrillo de París, emocionada al cumplir uno de los mayores sueños de su carrera. Como pudo se puso de pie, saludó a su rival y se dirigió a un rincón del court 13 del Stade de Roland Garros para abrazar a su entrenador, Juan Martín Aranguren. Hace algunas horas, Riera ya había tenido la confirmación de su ingreso directo en Wimbledon, pero esta clasificación en París es sumamente especial. Es, de cierta manera también, un obsequio por tanto esfuerzo, entrenamiento y creatividad para intentar desarrollarse.
Vale recordar que no hace tanto tiempo, en 2021, Riera se quedó sin patrocinador y, limitada económicamente, organizó una rifa a 2000 pesos el número, con un premio de un fin de semana en Merlo (San Luis) para dos personas, con el objetivo de reunir dinero para una gira programada por Europa. “El problema económico, la falta de infraestructura y la lejanía que padecemos los sudamericanos también nos ayuda a potenciar otros sentidos como la capacidad de lucha, el tratar de hacer todo lo posible para ganar porque no podés volver enseguida a tu casa”, le comentó Riera a LA NACION, durante una entrevista realizada en agosto pasado, en el Cenard.
Nacida en Pergamino, en el norte de la provincia de Buenos Aires, se crió a una cuadra del club Gimnasia y Esgrima, un lugar que adoptó para formarse como deportista y persona, jugando a todo y durante muchas horas al día, en un ambiente sano. Pateó la pelota de fútbol y tiró al aro de básquetbol, como hicieron su mamá (Florencia, profesora de educación física) y su papá (Antonio, contador de profesión y futbolista y basquetbolista en Sports, otro de los clubes de la ciudad). Pero Julia se sintió más atraída por el tenis. Competitiva desde chica, se enfurecía si perdía.
“Mi papá me tenía que dejar ganar porque yo me enojaba mucho. Empecé a ir a la escuelita del club, me fue bien y empecé a jugar los Nacionales Sub 10. Jugué pocos meses al hockey; iba con mi prima y mi hermana, pero no me gustó mucho. El tenis me parecía divertido porque era muy competitivo y tenía que resolver todo sola. Era bastante difícil, pero me gustaba ese desafío”, rememoró Riera, que desde chica tuvo a Roger Federer y David Nalbandian como sus “ídolos”.
De LA NACION
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