La esperanza del cambio le ganó ampliamente al miedo a perder derechos. El enojo ciudadano venció a cualquier promesa de unidad nacional de Sergio Massa.
Antes que continuar con un modelo agotado, los ciudadanos prefirieron arriesgarse a seguir las propuestas del libertario, por momentos disruptivas, por momentos moderadas, desde la cercanía de Mauricio Macri, el otro gran vencedor de la jornada.
Por ahora se conoce mucho más del carácter de Milei que sus propuestas, de las cuales tenemos títulos pero no enunciados precisos. Y sin experiencia de haber gobernado siquiera un municipio, tiene ahora el desafío de encontrar el tono justo para generar expectativas entre el pueblo y en los mercados que ya cotizan en Nueva York y, el martes, en la Argentina.
A las 20.07, antes de que se difundieran los resultados oficiales, Massa reconoció el triunfo del libertario y dijo que lo llamó para felicitarlo. Le endilgó a Milei la responsabilidad de la transición. ”La responsabilidad de dar certezas y transmitir garantías sobre el funcionamiento político, social y económico de la Argentina es del presidente electo y esperamos que así lo haga”, dijo en su discurso desde el escenario de la sede de Unión por la Patria. Fue un discurso digno, asumiendo la derrota, pero enseguida dejó trascender que podría pedir licencia como Ministro de Economía “para facilitar la transición”.
En la responsabilidad de esa transición sorpresivamente exhumó a Alberto Fernández. Minutos más tarde, el actual mandatario no dudó en recoger el guante. “Confío en que mañana mismo podamos empezar a trabajar con Javier Milei para garantizar una transición ordenada”, escribió por Twitter en el mismo hilo en el que felicitó a Milei. Alberto, tal vez el presidente más deslucido y denigrado por su vice de toda la historia argentina, se prestó a hacer un último servicio.
Para la transición, de las conversaciones con el equipo de La Libertad Avanza la encararían Raúl Rigo y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce. La Argentina puede acercarse a una transición económica caliente, si no traumática.
Un discurso inicial, moderado pero que demanda precisiones
Cinco minutos antes de las 22, Javier Milei subió al escenario de la sede de La libertad Avanza. Estaba también Karina Milei, no la vice Victoria Villarroel. Una señal que muestra por dónde pasa el poder.
El presidente electo no tardó en agradecerle a Mauricio Macri y a Patricia Bullrich, que “desinteresadamente pusieron el cuerpo para defender el cambio” -tal vez pensó en su propia gente, para dejar en claro que Macri no le copará la gestión- y anunció un gobierno limitado que cumplirá con sus compromisos, es decir, pagará las deudas, y defenderá el derecho de propiedad.
Milei, dio un discurso de amplitud y proclamó que todos los que quieran podrán sumarse. Además, pidió que el gobierno de Alberto Fernández se haga cargo de su “responsabilidad de gobernar hasta el 10 de diciembre”.
La mención al cumplimiento de los contratos fue pensada para el mercado. Pero tal vez fue insuficiente, porque también sostuvo que se vendrán cambios drásticos, estructurales y rápidos. Cuando se esperaba que pudiera dar indicio de algún plan económico inmediato, no lo hizo ni dio ninguna otra certidumbre. Y aclaró que su gobierno va a trabajar con todas las naciones del mundo libre, pero no hizo mención sobre qué sucederá con el comercio bilateral con China.
En síntesis, fue un discurso moderado en el que Javier Milei no anunció ninguna medida ni dijo que trabajará con el Congreso.
El impacto de Milei en el sistema político
Toda la política argentina sentirá el cimbronazo de Milei, un político nuevo que creció despotricando contra la casta, aunque para gobernar deberá sentarse a negociar. En el discurso desde el Hotel Libertador no volvió a usar esa palabra descalificadora. Milei tiene que asumir que el casi 57 por ciento de los votos que obtuvo no son todos propios. Entre esos millones de electores se entremezclan votos antiperonistas e independientes, que se sumaron para catalizar sus broncas, pero que representan un apoyo limitado, capaces de escapar en cuanto no vean una mejora en su situación económica.
Por lo pronto, Macri y el Pro más duro, que es al que le aportó a Milei los votos decisivos, van a tener un peso importante para darle al libertario mayor margen de acción en la Cámara de Diputados y en el vínculo con los gobernadores propios.
En cambio, Milei, ni con la total ayuda del Pro, podrá descontar la ventaja que tiene el peronismo en el Senado, donde el PJ alcanza casi el quorum. Cualquier negociación sobre una ley deberá contar con el aval del PJ. Mucho más cuando necesite mayorías calificadas para nombramientos de jueces de la Corte Suprema y el procurador general. Por eso, Milei necesitará sentarse con los gobernadores de todos los colores, para juntar votos. La topadora MIlei, que ganó en 21 de 24 distritos, deberá mostrar una cintura política que hasta ahora no demostró poseer.
Por ahora, el presidente electo será el titular del Poder Ejecutivo, con pocos hombres propios para cubrir posiciones en la administración y a merced de muchas fuerzas que no controla. Un poder muy dividido, poco habitual en la Argentina, que el nuevo presidente deberá reconstruir. Néstor Kirchner lo logró. ¿Podrá él hacerlo?
Juntos por el Cambio seguramente dejará de existir como tal. La Coalición Cívica se separa de esa fuerza y es muy probable que parte de la UCR, que se distanció de Macri y de Milei hace meses, busque otro rumbo. Entramos en un periodo de reconfiguración de fuerzas políticas, de coaliciones.
Viene ahora otra época, donde termina el discurso hegemónico del kirchnerismo, sin que Sergio Massa haya podido siquiera comenzar con el suyo. El discurso de Milei es de derecha, disruptivo, confrontativo y discrepa frontalmente con lo que la Argentina vivió durante los últimos 20 años. Un choque cultural, entre el pueblo del kirchnerismo y el pueblo que apoya a Milei. El nuevo líder fracturó la base social del peronismo, la dividió en dos, se llevó una buena parte de los votantes de los sectores bajos y tal vez sueñe, íntimamente, con representar a la totalidad. Una forma de vaciar al justicialismo, que enfrenta ahora la tarea de buscar un nuevo liderazgo: Massa quedó muy herido y Axel Kicillof, que retuvo la gobernación de la provincia, apenas pudo asegurarle a Massa en ese distrito un triunfo muy ajustado, que no le alcanzó para ganar la presidencial. ¿Podrá ser Milei el líder que el peronismo dejó de tener?
En lo inmediato habrá que prestarle también atención a los mercados tras la frase “no hay lugar para el gradualismo”. Las ADR, los bonos y el dólar futuro cotizarán mañana en Nueva York y pasado en la Argentina. El capitalismo ama la ortodoxia. Milei es un ortodoxo. Desde que se conocieron los resultados, las principales asociaciones empresarias felicitaron a Milei por su triunfo. En el corto plazo, tal vez las acciones de los bancos sufran un derrumbe, porque el patrimonio de esas entidades está expresado en pesos. En el mediano plazo podrían estabilizarse.
Se acabó la campaña. Como presidente electo, Milei deberá esbozar varias leyes centrales, desde la reforma del BCRA o la ley de Ministerios, por ejemplo, para poder convocar a sesiones extraordinarias del Congreso nacional, apenas asuma. Para ese momento, deberá haber mostrado que ya fue capaz de cocinar un amplio acuerdo que le permita aprobar esas normas. No habrá una larga luna de miel. La situación de la Argentina es crítica. Y Milei no parece tener mucho margen para fallar.
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