Los días de Rodolfo Vargas están repletos de interrogantes y carecen de respuestas. El médico veterinario, oriundo de La Plata, viajó el 4 de junio a Estados Unidos para acompañar a Juana, su hija, y a Melina, su mujer, que al igual que él llegó hasta la ciudad de Saint Louis para cumplir con la cirugía que la menor debió realizarse a causa de una parálisis cerebral espástica.
Vargas es el único miembro de la familia que no logró retornar a la Argentina. “Tuve que viajar antes porque agarramos la ‘ola vacunatoria’ que vino a Estados Unidos y nuestros vuelos de United Airlines fueron cancelados. Teníamos turno para el 15 de junio y reprogramamos los arribos en dos partes: ellas llegaron cinco días más tarde”, contó a TN.com.ar.
La cita era inamovible y el dinero invertido para costear la operación, el tratamiento, la estadía y las comidas no tenían reembolso. La familia llevó a cabo la campaña “Juana quiere bailar” que le permitió recaudar el 60% de los US$70 mil que precisaron (la cirugía tuvo un costo de US$56 mil).
Su hija, de 5 años, requería una operación denominada rizotomía dorsal selectiva. El compromiso original era para septiembre de 2020 en el St. Louis Children’s Hospital. Sin embargo, la pandemia imposibilitó el viaje y la reprogramación fue inevitable. “El proceso fue maravilloso. La cirugía es muy compleja porque es en la médula espinal, sobre los nervios. Ella tiene parálisis cerebral pero su diagnóstico es muy bueno: esta cirugía le permite caminar sin dependencia”, reveló Rodolfo.
Y continuó: “Antes lo hacía de la mano o con muletas. Y ahora camina sola dentro de casa. La rehabilitación que ha tenido fue fantástica. Vinimos los dos porque el post operatorio requiere de mucho acompañamiento”. Cumplido el plazo previsto por los especialistas, las restricciones que impuso el gobierno nacional colocaron otro palo en la rueda del plan original. Sus vuelos estaban cancelados y el departamento que habían alquilado en el centro de la ciudad debían dejarlo el 13 de julio.
“Le avisamos a la inmobiliaria cuál era nuestra situación y nos informaron que no había más disponibilidad. Incluso aumentaron el precio del alquiler, porque acá es temporada alta. Entonces ahora no bajan de los US$70 u 80 por día. Solo para tener un techo y una cama, eh. Después hay que sumar las comidas o si preciso algún traslado. Calculé US$100 por jornada”, detalló el hombre de 48 años.
Melina y Juana, tras varias negociaciones, consiguieron regresar al país en el vuelo estipulado. La suerte de Rodolfo no fue la misma. Al sacar aquel pasaje con millas, la aerolínea no le dio prioridad y canceló su ticket. “Me había quedado sin un lugar para hospedarme”, contó.
Su mujer, traductora en La Plata, arribó con Juana a la Argentina y recién hoy -luego de cumplir con el aislamiento de siete días- podrá reencontrarse con las otras dos hijas de la pareja: Ema (11) y Sara (6). “Ella lo hizo sola. Ir por el aeropuerto con las valijas, la nena, las sillas. Fue todo caótico”, dijo Rodolfo.
Él, junto a un socio, es dueño de una veterinaria en Ensenada. “Mucha gente me sigue haciendo el aguante porque hace dos meses que no voy a trabajar. Por suerte tenemos un grupo maravilloso. Yo sé que cada vez que cancelan mis vuelos debe ser una angustia bárbara, mi socio tiene su familia también y reparte el tiempo para que no se escape nada”.
Rodolfo pasó a primera noche fuera del departamento en un hotel. Pero su situación recorrió las calles del estado de Misuri y fue una pareja de argentinos la que le abrió las puertas de su casa para que evite seguir acumulando gastos y espere junto a ellos y sus hijos el vuelo que le permita regresar junto a su familia.
“Tengo un dios aparte, porque Fernanda y Gabriel -sin conocerme- me dieron lugar su casa, junto a sus hijitos. Cuando se enteraron que me quedé sin vuelos me fueron a buscar al hotel. Fue algo impresionante, me emociona realmente. Hicimos un esfuerzo enorme para llegar acá, es muy injusto. Yo vine a operar a mi hija, no estoy de vacaciones. Necesitábamos operarla. Pero veo que estas cuestiones, que se disfrazan como sanitarias, podrían ser diferentes si se hubiesen tomado con anticipación”, indicó.
“Con Juani venimos desde que tiene un año y medio con esto. Ahí tuvimos el primer diagnóstico. Pero no nos quedamos quietos y atravesamos muchos procesos y muchas pruebas, que incluyeron un viaje a Brasil. Allí la aceptaron en el hospital en el que finalmente la operaron. Intervino T.S. Park, un médico neurocirujano con más de 30 años de experiencia, que utiliza una técnica que es mínimamente invasiva sobre la médula. Es muy preciso porque solo interviene una o dos vertebritas”, explicó Rodolfo.
Y remarcó: “Yo necesito volver a trabajar porque nuestra economía depende mucho del día a día. Somos una familia numerosa y debemos US$25 mil que nos prestaron muchas personas que nos quieren, que se acercaron y me dijeron ‘tomá, me la devolvés cuando puedas y como puedas’. Empezamos a preparar la cirugía y el dólar estaba a $18. No hay previsibilidad que aguante. Ahora nos organizaremos para achicar la deuda todos los meses, lo máximo que podamos”.
Rodolfo concluyó: “Creo que voy a poder volver en agosto. Todos los vuelos salen de Miami y compré uno que parte desde allí. El problema es que es un pasaje abierto y tengo que esperar que me avisen la fecha y el horario. Desde el Consulado me llaman regularmente para saber cuál es mi situación, pero no pueden hacer nada. Están con las manos atadas”.
De tn.com.ar
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